En la mañana el Coronel Del Canto vuelve al pueblo Concepción, donde estaba la 4ª Compañía. Ve humo, y se siente el olor a pólvora en el ambiente. Al llegar a la plaza ve la iglesia en ruinas con la bandera chilena flameando aún. Alrededor de la plaza estaban los cuerpos de toda la Compañía. Ni uno solo vivo.

La 4.ª Compañía del Regimiento «Chacabuco» tenía 77 soldados y dos cantineras, una de ellas embarazada. Al mando estaba el Teniente Ignacio Carrera Pinto (ex Voluntario de la Primera Compañía de Bomberos de Santiago) debía reforzar el poblado de Concepción, su misión era de avanzada para detener a las guerrillas locales en la Sierra peruana. Era la parte final de la Guerra, el escenario de esta campaña fue en medio de los Andes.

Las fuerzas locales eran 1500 campesinos e indígenas, además de tropa formal de 300 soldados bien equipados que atacarían desde los cerros.

Se cerró la plaza del pueblo, desde ahí se defenderían. Cada soldado chileno tenía 100 balas. No había caballería, ni artillería, solo rifles y bayonetas. Los refuerzos chilenos estaban en pleno combate en otro pueblo, no llegarían. Estaban solos a su suerte.

Las acciones comenzaron el día 9 pasado el mediodía, la 4ª Compañía estaba siendo atacada por los cuatro puntos, se causó daños a los peruanos con cargas de bayoneta y fuego de fusil, se estaba dando fiera resistencia. Solo fue un respiro de gloria, la situación era insostenible, las bajas chilenas aumentaron y las municiones se estaban acabando dramaticamente. A las 18:00 hrs. se replegaron a la Iglesia.

Se ofrece la rendición a los pocos sobrevivientes, pero el Teniente Carrera se niega, es nieto del padre de la Patria José Miguel Carrera, no podía claudicar. Esa noche las tropas peruanas les queman el techo de la iglesia, en medio de balas y el humo nace él bebe de la cantinera. Al quemarse la iglesia se trasladan a la casa parroquial, en el traslado muere Ignacio Carrera Pinto.

En la mañana y tras una resistencia heroica las tropas locales hacen forados en los muros de la iglesia, saliendo los últimos chilenos con sus bayonetas en mano, comandados por el Subteniente Luis Cruz Martínez de solo 17 años, son recibidos por una lluvia de metralla. Las cantineras, el recién nacido y algunos heridos de muerte tuvieron un final a manos de los indígenas que solo corresponde a las atrocidades de la guerra. Sus cuerpos mutilados quedaron esparcidos en la plaza, y así fueron encontrados por el Coronel Del Canto, quién además traía un documento importante, Ignacio Carrera había sido ascendido a Capitán, rango con el que finalmente es reconocido.

Los corazones de los oficiales fueron rescatados, hoy descansan en la Catedral de Santiago. Los cuerpos de los soldados y las cantineras fueron cremados en la iglesia que defendieron.

En Curicó, ciudad natal del joven subteniente Luis Cruz Martínez, una compañía de bomberos, justamente la 4ª lleva su nombre.

 

Por: Vol. Act. Daniel Raposo y Equipo Redes Sociales. “Bomba Yungay”.