La noche del jueves 16 de julio, nuestra compañía concurrió a un incendio que afectó a 6 viviendas y un local comercial en la intersección de Martínez de Rozas con General Baquedano. Los inmuebles afectados correspondían a construcciones tradicionales del casco histórico y el escenario fue complejo de evaluar. Sin embargo, el oportuno y correcto análisis de los primeros equipos en llegar al lugar, permitió desarrollar un trabajo seguro y eficaz en el control de las llamas, evitando que estas afectaran a más viviendas.
Al evaluar los riesgos en un incendio, nuestros sentidos se vuelven nuestros principales instrumentos de seguridad. Ser rigurosos en el levantamiento de información y estar atento a los fenómenos dinámicos del incendio en cada una de sus fases, es clave para tomar decisiones acertadas y mitigar la exposición de los equipos de trabajo a situaciones que puedan afectar su integridad. Sin embargo, ¿Qué podemos hacer cuando nuestros sentidos reciben información confusa?
La falta de iluminación, el humo y otros factores circunstanciales propios de un incendio, dificultan la evaluación estructural de los inmuebles siniestrados, a lo que se suman las características propias de la construcción y las intervenciones que los ocupantes puedan haber realizado en ella. En este artículo profundizaremos en los muros portantes o estructurales, los que habitualmente son revestidos con otros materiales para mejorar su terminación, propiedades térmicas e impermeabilizar los componentes estructurales de la construcción, motivo por el cual «Leer» los muros, se convierte en una tarea que los Jefes de Seguridad y los Oficiales o Bomberos a Cargo de las emergencias no deben dejar pasar, pero ¿Sabemos realmente qué se esconde detrás los revestimientos?
Los revestimientos, a simple vista pueden asemejar otros sistemas constructivos, además de esconder información de suma relevancia para quienes responden a la emergencia. Para ilustrar esta situación, utilizaremos como ejemplo otra edificación situada justo frente al lugar del incendio del 16 de julio. Un particular y poco frecuente caso de construcción con tierra cruda, el cual pudo ser observable tras el terremoto de febrero del 2010, que dejó al desnudo parte de su fachada, revelando que esta edificación fue construida con un sistema llamado «tapia» o «tapial».
La Tapia es un sistema constructivo que emplea tierra apisonada o compactada «in situ», generando grandes bloques de tierra. Este sistema es muy escaso de encontrar en viviendas, ya su uso se concentró en muros ce cierre perimetral de predios. El desprendimiento del revestimiento de este inmueble, no sólo permitió visualizar su verdadero sistema constructivo, sino que además dejó al descubierto otros elementos escondidos, como algunas grietas y una canaleta empotrada, elementos que dependiendo de su magnitud, pueden llegar a generar un debilitamiento en la resistencia del muro, por pérdida de continuidad estructural o concentración de humedad respectivamente.
Es importante destacar que el daño en las estructuras es acumulativo, por lo tanto cuando trabajamos en un incendio, no solo hay que poner atención en los efectos del fuego sobre la estructura, sino que además hay que visualizar otros agravantes previos, como daños por sismos, lluvias, humedad y malas intervenciones de quienes han ocupado los inmuebles. En la medida que transcurre el tiempo en un incendio, las estructuras se van debilitando y tanto el fuego como el agua aceleran este proceso. Zonas que en primera instancia eran seguras, al cabo de unos minutos puede dejar de serlo y aun el equipo de protección personal completo, podría ser insuficiente para protegerse ante un colapso estructural.
Remover revestimientos siempre es útil para comprobar la materialidad y sistema constructivo de un inmueble, despejar dudas ante la presencia de grietas y fisuras y poder determinar finalmente si el sitio de trabajo es seguro para los equipos de bomberos.
Por: Alejandro Cabrera Araya – Voluntario Honorario