La Revolución Industrial comenzó en Europa trayendo consigo cambios fundamentales, una aceleración en el desarrollo de las culturas como no se había visto hasta el momento. La economía crece a gran escala y toma un carácter urbano, industrializado y por cierto mecanizado. El servicio bomberil no fue ajeno y también cambió para siempre. Esta publicación pertenece a una serie de artículos llamados “Crónicas del Siglo XIX”

Hasta 1769, la producción agrícola no había sufrido grandes cambios, solo perfeccionamientos de algunas herramientas, el desarrollo de las ciencias aún era incipiente. El trabajo de la tierra era el que entregaba mayores recursos a nivel mundial, la industria no tenía los niveles que conocemos hoy respecto a su desarrollo e impacto. Los bomberos en esta época trabajaban con técnicas que provenían de los tiempos del Imperio Romano, con herramientas como hachas, ganchos, escalas y bombas de palanca.

Bomberos en la primera mitad el siglo XIX

Consideremos que Europa es el centro del mundo occidental. América aún está en una etapa colonial como productora de materias primas, misma situación ocurría en África. Asia y Oriente, si bien estaban desarrolladas mantenían una distancia debido a factores culturales.

Hay inventos clave en la historia, como la introducción de la imprenta que facilitó la difusión de la “Ilustración”. La invención de la maquina a vapor por su parte dio pie a lo que conoceremos como la “Primera Revolución Industrial”. La introducción de esta creación fue clave en el desarrollo de la humanidad, como luego lo sería el automóvil o el avión.

Esquema de una maquina a vapor

El “gran caldero” movía máquinas con fuerza y rapidez, con esto se llega a lo que se llamó la producción en serie, dejando atrás la producción manual, fue un impacto gigante el mecanizar los procesos. Las ciudades tienen un nuevo auge al aparecer las fábricas y para que estas funcionaran se necesitaba un nuevo proletariado urbano, formándose nuevos barrios y altos niveles de pobreza marginal. Debido a lo anterior los bomberos también deben crecer, pues deben atender más áreas y la magnitud de los incendios también crece, pues ahora hay más industrias, fábricas y bodegas. Las bombas a palanca no dan abasto.

Procesos mecanizados

La periferia de las ciudades industrializadas con sus barrios de trabajadores

La tecnología del vapor se aplicó en barcos, y ferrocarriles, así en 1814 Stephenson ya había desarrollado trenes de gran carga. No mucho después en Inglaterra “Merryweather and Sons”  desarrollan un caldero móvil vertical  a tracción animal que expulsaba agua a grandes presiones, las famosas bombas a Vapor.

Las emergencias ahora son atendidas más rápidamente y con mayor eficiencia debido a la fuerza que entregaban estas bombas, la Revolución Industrial había modernizado el servicio después de siglos. Gran Bretaña destaca en la producción de bombas, luego Estados Unidos y Canadá con “Waterous Engine Works” como fabricantes destacados.

Chile como productor mundial de materia prima minera (salitre) y agrícola (trigo) comienza una inversión en maquinaria para poder responder a la demanda mundial. Tras la Guerra del Pacifico y la anexión de terreno en el Norte Grande la necesidad es imperiosa, había que industrializar los procesos, las grandes potencias requieren de estos recursos. Henry Meiggs como constructor ferroviario ya está trabajando en esta misión. Aniceto Izaga como administrador de varias minas invierte grandes sumas en implementación tecnológica, ya sea ferroviaria o de industrias aplicando la electricidad en ellas.

El gran desastre del Incendio de la Iglesia de la Compañía en 1863 demostró que los avances también deben servir a las personas. Henry Meiggs estuvo dentro de los fundadores del Cuerpo de Bomberos de Santiago, mediante sus gestiones llega en 1865 la primera bomba a vapor desde Portland en EE.UU. a la Primera Compañía de Bomberos de Santiago.

Iglesia de la Compañía, 1863.

Unos años después, en 1892, Aniceto Izaga lidera la fundación de la Novena Compañía. Con su ayuda se trae la antigua bomba a vapor de la Quinta, marca “Merryweather and Sons” fabricada en 1873 en Inglaterra. El combustible de estos monstruos humeantes era el carbón mineral (coque), para ello llevaban un carro auxiliar con este mineral, como referencia para el incendio de la Barraca de madera de Hermenegildo Ceppi en 1893 que duró 19 horas se consumieron 4 toneladas de carbón.

Placa con el año de fabricación de la bomba a vapor Merryweather

La bomba en 1893 y hoy en día en el Cuartel de la Quinta Compañía

                                                                                                                                       Luego el 10 de mayo de 1894 llega otra bomba a vapor, esta vez nueva, de la misma fabrica. Con un peso neto de 2.150 kilos, caldero “Greenwich”, doble cilindro que alcanzaba 120 libras de presión a los 9 minutos 45 segundos. Una verdadera maravilla. En 1904 llega la bomba canadiense “Waterous Engine Works” la cuál prestó servicios hasta terminada la Primera Guerra Mundial.

Segunda Bomba Merryweather-Greenwich que tiene la Novena

Bomba Waterous Engine Works (Canadá, 1904) de la Bomba Yungay, la última de las tres a vapor.

El tiempo avanzaba y la Segunda Revolución Industrial ya había comenzado, con el desarrollo y perfeccionamiento de los motores a combustión interna y los nuevos combustibles como el gas, petróleo y la electricidad, la Novena debía cambiar, así en 1919 llega nuestra primera bomba automóvil, la American LaFrance dando nuevos alcances al servicio, aportando rapidez y eficiencia.

Al centro la Bomba American LaFrance

Atrás quedaban los fieles caballos que a tantos incendios nos llevaron, recordamos a algunos como; “Estrella”, “Pirinola”, “Tordillo”, “Santa María”, “Alegre”, “4 de Junio”, “Bayo”, “1 de Enero”, “Colorado” y “Mulato”, ellos merecen todo nuestro respeto y cariño.

Caballo «Santa María» al centro con la bomba a vapor, 1893.

Hoy en día nos encontramos en una transición hacia la Tercera Revolución Industrial, y nuestra actual bomba E-One Typhoon se encuentra en ese espacio, ya que si bien tiene un motor a combustión, se han implementado en ella muchas tecnologías de la comunicación, como GPS, Tablets, cámaras que transmiten en tiempo real o radios digitales.

El futuro nos habla de vehículos con combustibles limpios, renovables y de alto rendimiento, conectividad total en plataformas virtuales desarrollando al máximo el sistema de redes de comunicación e información. La “Bomba Yungay” siempre ha sido protagonista de la historia, hemos participado en todas las revoluciones industriales, y no estaremos ajenos a ese momento. Para finalizar dejamos planteada la pregunta; ¿Cómo se imaginan a los bomberos del futuro?

«Los bomberos voladores» Ilustración hecha por Jean-Marc Côté a principios del siglo XX, para la serie postal de «Francia en el Siglo XXI».

Por: Voluntario Activo Daniel Raposo – Equipo Redes Sociales